Nunca hubo una celebración del día de Andalucía en este centro sin nuestro compañero por lo que se nos hace imprescindible en el día de hoy dedicarle estas palabras:
“Aún no lo conocía cuando todo lo que escuchaba de él era bueno pero es que, realmente, era una persona cargada de virtudes.
Parece que aún lo vamos a ver adentrándose por el pasillo con su andar reposado y sus apuntes bajo el brazo, callando algún desatino adolescente entre horas y el posterior saludo a los compañeros que se cruzan, con su leve sonrisa característica.
José Antonio era la encarnación de la palabra ” profesor “. Docente entregado a su alumnado y respetado por él sin levantar una sola voz.
Su fama de bien parecido no era comparable con su corazón. Se indignaba pero con prudencia ante lo que consideraba una injusticia y lo ponía de manifiesto. Hombre íntegro en la defensa de sus ideas y de extremada cultura, pero sin alardes. Podría decirse que era como un humanista del siglo XXI: músico, matemático y escritor de artículos y relatos.
Buen conversador: empezaba el viaje a Montellano hablando de un frente por el Atlántico y terminábamos con el último libro leído o el recuerdo de un concierto veraniego, todo ello regado a veces de una fina ironía.
Siempre ayudó a quien lo necesitaba y se preocupó por el buen funcionamiento de nuestro instituto.
A pesar de ser una persona extremadamente discreta no faltaba a ninguno de los saraos habituales en nuestro centro: una comida de Navidad, otra en la sierra, final de curso…
En definitiva, era una persona emblemática que se nos ha ido a un viaje sin retorno y se lleva con él una buena pieza de este Castillo y un trocito de nuestra alma.
Nos queda su recuerdo, el ejemplo dado en esta profesión tan agotadora y la satisfacción de haber tenido un compañero como él.”

